El efecto rebote de las dietas

2 de Diciembre del 2015

Llamamos efecto rebote o yo-yo a una de las consecuencias de muchas dietas. El término fue utilizado por primera vez por Kelly D. Brownell, de la Universidad de Yale, y hace referencia a una ganancia de peso posterior a la perdida, frecuentemente después de una dieta inadecuada.

Las dietas que nos producirán este efecto las podemos clasificar básicamente en 3 tipos:

1-      Dieta hipocalórica desequilibrada: Se basan en una disminución muy importante de la ingesta energética. Nuestro organismo responderá reduciendo el gasto de energía, es decir el metabolismo basal disminuirá. Son dietas monótonas y con grandes déficits de nutrientes y vitamínicos.

2-      Dieta disociada: Se basan en el principio que los alimentos nos aportan más o menos energía dependiendo de lo que van acompañados.  Estas dietas separan los alimentos de los distintos grupos a la hora de permitir su ingesta. Se permiten consumir sin límites alimentos muy calóricos impidiendo con la disociación que se aproveche toda la energía que contienen.

3-      Dietas excluyentes: Estos regímenes se basan en eliminar algún nutriente de la dieta. La mayoría suelen ser libres de hidratos de carbono pero con muy pocos lípidos, poca grasa y poca proteína. Otras recomiendan una ingesta libre de proteína y exclusión de los hidratos de carbono. También existen dietas con un aporte de grasa libre. Estas son las más peligrosas para nuestro organismo ya que con una gran ingesta proteica estamos sobrecargando el riñón y si tomamos mucha grasa podemos alterar nuestro colesterol y triglicéridos.

Cualquiera de estas dietas milagro que nos permiten perder peso de forma relativamente rápida nos producirán a la larga un estado de depresión y fatiga que lo más probable es que nos haga dejar de seguirla. Posteriormente nos sentiremos mal y la ansiedad que esto produce aumenta la compulsión, es decir la ingesta de cantidades exageradas de comida, especialmente la restringida anteriormente.

Así pues una dieta para ser efectiva y que no afecte nuestro estado de ánimo debe ser progresiva, variada, flexible, alcanzable, pensada según nuestro día-día y sobretodo acompañada de un cambio de hábitos a favor de un aumento de actividad física. Este ejercicio deberá ser también progresivo y adecuado a la edad y a la condición física de cada individuo, teniendo en cuenta también las enfermedades de base de cada uno.

 

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