El poder de nuestras expectativas

22 de Enero del 2016

Nos levantamos por la mañana, y con los ojos entreabiertos y pocos ánimos para mover el cuerpo vamos hacia la ventana. Tras abrir la cortina descubrimos que al otro lado del cristal, en lugar de un día maravilloso de primavera se encuentra un día gris y cenizo de invierno.

“Hoy voy a tener un día horroroso”, pensamos mientras nos vestimos, y vamos a la cocina para preparamos el desayuno. De repente nos tiramos sin querer el café sobre la blusa nueva, “ves cómo tenía razón, hoy será un día de mierda”.
Las horas pasan, y al llegar la noche te sientas en el sofá, piensas en todas las discusiones y situaciones negativas que te han pasado hoy, y te enfadas con el universo que ha decido que “hoy iba a ser un día malo para ti”.

¿Os suena de algo esta situación? Pues siento tener que quitaros la razón, pero el universo no ha reunido todas sus energías ese día para haceros la vida un poco más desagradable.

La culpa de vuestro día gris es de un fenómeno que en psicología se llama la profecía autocumplida o la profecía que se autodetermina.

Una profecía autocumplida es aquella suposición o predicción, que por el solo hecho de plantearla se convierte en realidad. Es decir, hacemos realidad una expectativa negativa que nos hemos marcado.

¿Cómo puede suceder esto? No es cuestión de magia, sino una cuestión de atención y predisposición por tu parte.
Cuando damos por cierta una suposición como por ejemplo “Hoy hace un día gris, vamos a tener un mal día”, estás ordenando a tus sentidos que presten atención a sólo los hechos y experiencias que vayan en consonancia con esa predicción. Así que tus sentidos interpretan las situaciones de una manera sesgada, concretamente ves las situaciones de una manera concreta y te comportas de una manera determinada sólo para tener razón y cumplir con la expectativa que te has marcado. Además te predispones a tener una actitud negativa hacia las situaciones o el resto de personas, y esto suele acabar con consecuencias un tanto desagradables para nosotras.

Siguiendo con el ejemplo del inicio, seguramente cuando llegamos a casa y hacemos una valoración del día, sólo vamos a prestar atención a las cosas que sentimos como negativas (he perdido el bus, mi jefe me ha pedido que asista a la reunión de las seis, me he dejado el tupper de comida en casa, etc.).

Pero la realidad es bien diferente, ya que al perder el bus que siempre coges (y en el que nunca encuentras asientos libres), has tomado el siguiente y has podido sentarte y enviarle un mensaje a tu amiga Ana que te ha invitado a un plan para este viernes. Además tu jefe te ha pedido que asistas a esa reunión tan importante, a la que sólo asisten los mandos intermedios (o las personas a las que tienen previsto ascender, ¿no será éste tu caso?). Para rematar, como te has olvidado el tupper en casa y has tenido que ir a comer con tu compañero, ese al que siempre le haces ojitos. ¡Al final no ha estado tan mal tu día! ¿No crees?

Así que ya sabes, has de estar atenta a las profecías autocumplidas que generas.
No juzgues tu día por el tiempo, porque sólo tú decides qué día vas a tener hoy. ¡Piensa en positivo!

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