Vaginismo

18 de Febrero del 2016

El vaginismo se define hoy día como la contracción involuntaria de la musculatura pélvica que soporta la vagina. Esa contracción o espasmo ‘cierra’ la vagina y puede impedir la actividad sexual, sobre todo la penetración, y también las exploraciones médicas. Es un problema que atañe a lo más íntimo de la mujer, su psicoafectividad y su sexualidad, lo cual no es fácil de comprender y explicar, ni por parte de la paciente, ni por el médico que la trate.

El término fue acuñado en el siglo XIX y fue catalogado como una disfunción sexual infrecuente y fácilmente tratable. Hoy día se sabe que sí que parece ser infrecuente pero difícilmente reconocible y tratable. Existen muy pocos estudios investigacionales bien diseñados al respecto.

La contracción de la vagina centra el concepto de vaginismo. Normalmente aunque no siempre va asociado el dolor durante una relación sexual (hay que diferenciarlo por tanto de la ‘dispareunia (mejor poner “coito doloroso” para que la consumidora lo entienda’). Y no siempre responde a otros mecanismos fisiológicos como una sobre excitación de los músculos (suelo pélvico) que mantienen la vejiga en su posición correcta,. Pero suele sumar bien la incapacidad, o bien una gran tensión muscular en más del 50% de las relaciones sexuales (sobre todo con penetración), además del miedo persistente al dolor que provoca la contracción asociada.

Se encuentra catalogado también como un desorden sexual en los manuales clínicos de Psiquiatría. Y es que su etiología comporta un gran componente emocional. Puede derivarse de un abuso físico o trauma sexual en cualquier momento de la vida, la ‘genitalización’ de otros conflictos psicológicos o complejos personales o con la pareja, la falta de educación sexual en cualquier clase socioeconómica, etc. Curiosamente, y por su complejidad, muchas mujeres con vaginismo son capaces de tener una excitación y orgasmo sin penetración o por otros medios.
Por supuesto, también puede ser secundario a patología orgánica que cursa con dispareunia (mejor “dolor coital”) o prurito (endometriosis profunda, vulvodinia, cirugía y radioterapia pélvicas, infecciones de repetición del tracto genitourinario…)

Ese vaginismo desde nuestro punto de vista, como ginecólogos, es difícil de ‘sacar a la superficie’. Provoca vergüenza en la paciente aunque se trate con máximo cariño y delicadeza, primero psicológicamente, y después en nuestra exploración. Y es que no sólo hablamos de tratar este problema en la mujer, si no que la ‘salud femenina’ y su fertilidad pueden verse truncadas por el vaginismo. Es decir, estas mujeres son muy complicadas de explorar físicamente, y además son usuarias frecuentes de técnicas de reproducción asistida por su incapacidad de quedar embarazadas espontáneamente. En los casos más graves, una vez embarazada, el miedo o el conflicto genital pueden abocar a la realización de un parto por cesárea sin otra indicación maternofetal.

El tratamiento es difícil, puede ser lento y debe realizarse con un equipo multidisciplinar integrado por un ginecólogo ( a veces experto en suelo pélvico), psicólogo, terapista sexual , y puede precisar tratamientos farmacológicos, dilatadores, ejercicios específicos… pero sobre todo requiere mucha comprensión y una profesionalidad cercana y exquisita para estas mujeres que tienen un trastorno severo que puede condicionar toda su vida.

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